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El catalizador ha dejado de ser el objeto de deseo de los ladrones

Las modas cambian para todo. Los tiempos marcan estilos en todos los ámbitos y artículos de cualquier tipo, como también ocurre con los materiales y los colores. Pero en el caso de los coches, las tendencias van mucho más allá. Los peligrosos amigos de lo ajeno también se rigen por las modas, con un impresionante mercado negro por detrás en el que lo menos son las insignias.

Audi ha encontrado una solución a los deseados logos, pero hay otros elementos que han sido mucho más deseados. Los propietarios de los Porsche se las han visto para escapar de delincuentes que arrancaban los sofisticados faros del frontal. Los espejos retrovisores también han sido víctimas de desaprensivos.

Peugeot
La cámara frontal se sitúa en la parrilla, como el sensor del control de crucero tras el logo.

Las tecnologías de los coches que llaman la atención, para mal

Los retrovisores ya no son tan simples, son indicadores de dirección y avisan de otros objetos en los ángulos muertos, por lo que su robo se ha incrementado en los últimos años. Ten en cuenta que, en Volkswagen, solo lo que es el cristal de espejo cuesta 200 euros y a partir de ahí empezamos a sumar la carcasa, la pintura de esta, la instalación, el sistema de calefacción -si lo monta- y el de la monitorización del ángulo muerto, si también cuenta con él.

La factura anda alrededor de los 1.500 euros solo por un espejo, y tirando por lo bajo. Pero, lo que de verdad ha sido una constante prácticamente en todo el mundo, son los catalizadores.

Los convertidores catalíticos son necesarios para la reducción de emisiones también han dejado un reguero de afectados, tanto por la pieza en sí como por los metales preciosos con los que cuenta en su interior. Un componente que, sin grandes daños, importa unos 5.000 euros. Por ejemplo, en el último Tiguan.

Pero, ahora, la moda es otra, más sofisticada y más fácil de hacerse con ella, aunque también deja daños más a la vista. Lo hemos conocido en Polonia, pero el nuevo «oro» de los coches son los sensores de radar. El componente que se halla tras la insignia de la marca en el frontal o en la parrilla inferior es muy susceptible de sufrir daños, por lo que algunos acuden al mercado negro para buscar esta pieza que cuesta unos cuantos miles de euros.

Como poco, y sin seguir saliéndonos de Volkswagen, unos 1.200 euros. La factura es más gorda, porque no es solo el sensor en sí, ni la instalación, sino lo que arrastra. Es de esos componentes que los podría instalar uno mismo, siempre y cuando contase con toda la «parafernalia» necesaria para recalibrar todos los asistentes de conducción, que no son pocos.

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